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lunes, 6 de mayo de 2013

LA FRECUENCIA DE LA ORACION


LA FRECUENCIA DE LA ORACIÓN
Jhon MacArthur
El ministerio terrenal de Jesús fue sorprendentemente breve, apenas tres años. Sin embargo en esos tres años, como debió haberlo sido en sus años previos, pasó gran cantidad de tiempo
en oración. Los Evangelios informan que Jesús tenía por costumbre levantarse temprano en la mañana, antes de! amanecer, para tener comunión con su Padre. En la noche, con frecuencia
iba al monte de los Olivos o algún otro lugar tranquilo para orar, generalmente a solas. La oración fue e! aire  espiritual que Jesús respiró cada día de su vida. Él practicó una comunión interminable entre él v el Padre.
Él instó a sus discípulos a hacer lo mismo, v lcs dijo: "Velad, pues, en todo tiempo, orando que tengáis fuerzas para escapar de todas estas cosas que han de suceder" (Luc. 21:36).


La iglesia primitiva aprendió esta lección y mantuvo el compromiso de Cristo de orar continua e incesantemente. Incluso antes del día de Pentecostés, los 120 discípulos se reunieron en el aposento alto y "perseveraban unánimes en oración" (Hech. 1:14). Esto no cambió incluso cuando 3.000
fueron añadidos a la comunidad en el día de Pentecostés (2:42).
Cuando los apóstoles fueron guiados a estructurar la iglesia para que el ministerio se pudiera cumplir de manera efectiva, ellos dijeron: "continuaremos en la oración y en el ministerio de la
palabra" (6:4). A lo largo de su vida, el apóstol Pablo fue ejemplo de este compromiso con la oración. Lea de las bendiciones en varias de sus epístolas v descubrirá que orar por sus compañeros creyentes
era su práctica diaria. A los creyentes romanos les dijo: "Porque Dios... me es testigo de que sin cesar me acuerdo de vosotros siempre en mis oraciones" (Rom. 1:9, 10; cf. 1 Coro 1:4; Efe. 5:20; Fil. 1:4; Col. 1:3; 1 Tes. 1:2; 2 Tes. 1:3, 11; Film. 4). Sus oraciones por los creyentes a menudo lo mantenían ocupado "día y noche" (1 Tes. 3:10; 2 Tim. 1:3).   Puesto que oró por ellos continuamente, Pablo fue capaz de exhortar a sus lectores a orar de esa manera también. Instó a los tesalonicenses a orar "sin cesar" (1 Tes. 5:17).
 Mandó a los filipenses a dejar de estar afanosos y en cambio presentar "vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias" (Fil. 4:6). Animó a los colosenses a perseverar "siempre en la oración, vigilando en ella con acción de gracias" (Col. 4:2; cf. Rom. 12:12). Y para ayudar a los efesios
a armarse para combatir con las tinieblas espirituales del mundo que los rodeaba, dijo: "orando en todo tiempo en el Espíritu con toda oración y ruego, vigilando con toda perseverancia y ruego por todos los santos" (Efe. 6:18).

 La oración incesante y constante es esencial para la vitalidad de la relación de un
creyente con el Señor y su capacidad de funcionar en el mundo.

sábado, 4 de mayo de 2013

LA ESCENCIA DE LA ORACION



Para los cristianos orar es como respirar. Usted no tiene quepensar para respirar porque la atmósfera que nos rodea ejerce presión sobre sus pulmones y lo fuerza a respirar. Por eso es más dificil aguantar la respiración que respirar. Asimismo, cuando usted nace en la familia de Dios, usted entra en una atmósfera
espiritual en la que la presencia y la gracia de Dios ejercen presión o influencia sobre su vida. La oración es la respuesta normal a esa presión. Como creyentes, todos hemos entrado a la atmósfera divina para respirar e! aire de la oración. Sólo entonces podremos sobrevivir a la oscuridad de! mundo.
Desafortunadamente, muchos creyentes se aguantan la respiración espiritual por largo tiempo, pensando que breves momentos con Dios son suficientes para permitirles sobrevivir.
Pero esa restricción en e! consumo espiritual es causada por sus deseos pecaminosos. El hecho es que todo creyente debe estar continuamente en la presencia de Dios, respirando constantemente sus verdades para ser completamente funcional.  Debido a que para varios de nosotros, la sociedad es libre y próspera, es más fácil que los cristianos se sientan seguros presumiendo de la gracia de Dios que dependiendo de ella. Demasiados creyentes se quedan satisfechos con las bendiciones físicas y tienen muy poco deseo de las bendiciones espirituales.  Al haberse vuelto tan dependientes de sus recursos físicos, sienten poca necesidad de los recursos espirituales. Cuando los programas, métodos y dinero producen resultados impresionantes, hay una inclinación a confundir el éxito humano con la bendición divina. Los cristianos pueden en realidad comportarse como humanistas practicantes, viviendo como si Dios no fuera necesario. Cuando esto sucede, e! anhelo apasionado por Dios y e! ansiar su ayuda harán falta, junto con e! otorgamiento de su poder. A raíz de este peligro grande y común, Pablo instó a los creyentes a orar "en todo tiempo" (Efe. 6:18) y a perseverar "siempre en la oración" (Col. 4:2). La oración continua, persistente e incesante es parte esencial de la "vida cristiana y fluye de la dependencia de Dios.

Tomado de Asolas con Dios 
Jhon MacArthur

lunes, 29 de abril de 2013

SEMNILLAS PARA LA ABUNDANCIA

Tu Dios quiere  que prosperes  en todas tus áreas. [Amado, ruego que seas prosperado en todo, así como prospera tu alma, y que tengas buena salud]. Juan 3: 2


La abundancia es tu habilidad de disfrutar lo que tienes independientemente de la cantidad que  poseas, mientras que la  prosperidad es el aumento de los frutos, sean espirituales, emocionales o físicos. La pobreza y la riqueza no sólo se refieren a lo material. Igualmente puedes experimentar la pobreza y la riqueza en distintas áreas  de  tu vida:  en  la espiritualidad,  en  la salud, en la familia,  en el amor o  en  la capacidad  de dar servicio.

 Primera Semilla. Obsérvate. Identifica los mitos y las creencias y cambia tu conciencia. Modifica las creencias: ¨No soy suficiente, no merezco y no valgo¨, que son creencias de escasez, tengas mucho o poco. Siembra hoy el nuevo pensamiento: ¨Merezco, soy suficiente y valgo¨, y esto cambiará tu experiencia respecto a tu abundancia.

Segunda Semilla. Responsabilízate de tus errores del pasado. Salda las cuentas en todas tus áreas. Perdónate a ti mismo, tanto por tus malas decisiones, como por cualquier exceso. Perdona a los demás si te han quitado, si te han engañado. Al perdonar, dejas ir los pensamientos negativos que ocupan el espacio de los pensamientos creativos que te llevarán a prosperar en todas tus áreas.

•    Tercera Semilla. Agradece. Escribe una lista de los regalos que tu Dios te ha dado ya. Mira de cerca. Están por todas partes el sol, el oxígeno, tus hijos, tu salud, tus dones. Agradece lo que tienes para recibir lo que viene.

•    Cuarta Semilla. Entrega a Dios tus finanzas y posesiones. Esta es un área que comúnmente nos resistimos a entregar a Dios, sin embargo es El quien nos da la abundancia. Repite: ¨Haz tu voluntad con mis finanzas, utiliza mis bienes para Tu más alto bien¨. Después de esta petición debes vivir sin preocupaciones con respecto  a tu  dinero.

•    Quinta Semilla. Utiliza tus dones para ayudar a la humanidad.  Mi maestro Alexander Everett decía, ¨Si quieres un millón, primero debes dar  un millón en servicio¨.

•    Sexta Semilla. Date a ti mismo, pero no olvides dar un diezmo o una porción de tus ganancias a una causa que consideres importante.

•    Séptima Semilla. Actúa. Comienza desde donde estés,  organízate,  paga las cuentas, ahorra, invierte, limpia deudas y cobra a los deudores.  Comienza a manejar responsablemente lo que tienes, sin importar la cantidad, pues quien no puede administrar correctamente cien euros tampoco puede manejar cien mil y menos un millón. Visualiza un plan y actúa de manera coherente con tu nueva actitud de abundancia.

Practica la generosidad, la cual no es  sólo compartir lo material, sino dar lo mejor de ti en cada momento. No  sólo estás invirtiendo en dinero, también inviertes  por medio de tu ayuda, tu sonrisa, tu amistad. Observa cuán dispuesto estás a dar un cumplido, a dar las gracias, a ser amable, a reconocer una labor bien hecha, a ponerte de pie y aplaudir en un teatro, a quedarte unas horas extras en el trabajo, sin esperar recompensa, a dejar una nota con un pensamiento bonito, a cumplir tu palabra, a compartir un pastel con tu vecino, a dar una propina generosa a un camarero.

Sé generoso contigo mismo, valórate, regálate tiempo, descanso, vacaciones o date un gusto. Valórate y valora a los demás por su ser interior y no por sus pertenencias. Si te sientes atado por tus negocios, simplifica un poco. Valora lo simple de la vida. Una sencilla merienda en un parque puede satisfacer más que el manjar del más jugoso restaurante. Valora a quienes están a tu lado, una amistad, tu compañero, un ser querido, tu pareja y la vida misma, las cuales pueden desaparecer en un segundo. Dar un fuerte abrazo, decir gracias, sonreír, dar una flor y compartir un atardecer no tiene precio. Disfruta de estos regalos, reparte tus dones y el universo te corresponderá en la misma medida.

Tomado del Libro Los Ciclos del Alma.